Secuelas tras un cólico nefrítico

por | diciembre 7, 2022

Cólico renal crónico Actividad educativa

Las molestias graves provocadas por una obstrucción de las vías urinarias se denominan cólicos renales agudos. Cualquier punto del trayecto uretral, renal y de las vías urinarias es susceptible de desarrollar cálculos. La nefrolitiasis, a veces denominada cálculo renal, es la principal causa del cólico renal agudo. Entre el cinco y el quince por ciento de las personas padecen un trastorno denominado nefrolitiasis. En Norteamérica y Europa, su incidencia es del 0,5%. El cuidado y la evaluación de la nefrolitiasis son los temas principales de esta actividad asi como evaluar las secuelas tras un cólico nefrítico. También se hace hincapié en lo crucial que es que las personas con esta afección reciban atención de un equipo multidisciplinar.

Objetivos:

  • Reconocer dónde se producen con mayor frecuencia los cálculos renales.
  • Detallar el caso del paciente con cólico renal agudo.
  • Repasar cómo evaluar a un paciente con cólico renal agudo.
  • Describir el significado y la función de un equipo interprofesional en el manejo de pacientes con cólico renal agudo.

Introducción

El cólico renal agudo, un tipo grave de dolor brusco en el flanco, suele manifestarse en la parte anterior de los testículos o la ingle y se palpa por encima de los ángulos costovertebrales. El motivo suele ser una obstrucción aguda por cálculo del sistema urinario. Además, puede provocar náuseas o vómitos. Aunque el grado de obstrucción afecta a la intensidad de las molestias, el tamaño de los cálculos no influye en ellas. Sin embargo, el tamaño del cálculo puede ayudar a determinar la posibilidad de un paso espontáneo. Aunque los cálculos renales no siempre son la única causa de dolor en el flanco, dada su prevalencia e intensidad, la nefrolitiasis es un diagnóstico que tiene más probabilidades de realizarse cuando se produce.

La nefrolitiasis, a veces conocida como cálculos renales, es una enfermedad frecuente. Cada año afecta a entre el 5% y el 15% de las personas en Europa y Norteamérica. Su causa frecuente es un cristal o agregado cristalino que ha salido del riñón a través del aparato genitourinario y se aloja en el chorro de orina. La pelvis renal proximal y la dilatación ureteral renal son las causas directas de las graves molestias asociadas al cólico renal.

Dependiendo de su gravedad, cambiará el origen preciso del dolor y el momento en que se produce. Sin embargo, en la mayoría de los pacientes el dolor alcanza su punto álgido una o dos horas después de su aparición.

Los ataques de cálculos renales aumentarán junto con sus índices de calidad de vida. Esto es evidente cuando se producen más de cinco casos de cólico nefrítico a lo largo de la vida.

Etiología

El cólico renal puede producirse por una dilatación de la pelvis renal o de los segmentos ureterales. Un calcio ureteral, por ejemplo, es una causa frecuente de obstrucciones agudas como el cólico. Pero también puede ser provocada por una amplia gama de otras afecciones y problemas, como espasmos ureterales tras una endoprótesis doble J o una ureteroscopia. Las obstrucciones ureterales similares provocadas por afecciones a largo plazo como cicatrices, fibrisis retroperitoneal y neoplasias de próstata, pélvicas o cervicales no suelen provocar cólicos ni molestias graves.

El dolor femoral puede tener diversas causas. Éstas consisten en:

  • Un aneurisma de aorta abdominal
  • Angiomiolipoma
  • Costocondritis (dolor costal) (dolor costal)
  • Herpes Zoster: Médico (trastornos de la piel)
  • Crisis en Dietl
  • Implantación o retirada de endoprótesis doble J
  • Endometriosis
  • Compresión uterina interna (clips y grapas quirúrgicas, cánceres, etc.)
  • Crecimiento o masa localizada
  • Enfermedades del sistema nervioso y dolor neuroopático
  • Afecciones del sistema musculoesquelético
  • Necrosis psoriásica
  • Dolor torácico
  • Pielonefritis
  • Las enfermedades de la espalda o del tórax que provocan dolor se denominan radiculitis.
  • Absceso renal, embolia venosa o infarto
  • Fibrosis del retroperitoneo
  • Absceso, hematoma y patología del retroperitoneo
  • Hemorragia renal subcapsular espontánea (síndrome de Wunderlich)
  • Obstrucción urinaria
  • Obstrucción en la unión del uréter y la pelvis
  • Ureteroscopia

Los cálculos ureterales pueden ser la causa de un dolor insoportable y repentino en el costado. Esta revisión se centrará en el cólico renal provocado por una obstrucción por cálculos urinarios.

De donde provienen los calculos

La formación de cálculos renales puede deberse a diversos factores de riesgo y predictores. Los más típicos son los siguientes

  • Producción insuficiente de orina: Los pacientes con una producción de orina muy baja -a menudo inferior a un litro al día- tienen concentraciones de solutos más elevadas, como demuestra una orina con una osmolaridad de 600 mOsm/kg. Esto puede provocar sobresaturación y estasis urinaria, lo que a su vez puede dar lugar a la aparición de cálculos. El volumen de orina diario recomendado para las personas que producen cálculos es de 2.500 ml, siendo 2.000 ml la cantidad mínima.
  • La hipercalciuria idiopática es un trastorno poco frecuente. Puede producirse como resultado de niveles séricos elevados de calcio, una disminución de la reabsorción renal de calcio o un aumento de la absorción intestinal de calcio. La hipercalciuria puede provocar la formación de cálculos y cristales, lo que puede aumentar la saturación de la orina para sales de calcio como el fosfato y el oxalato. Los cálculos renales que incluyen calcio constituyen alrededor del 80% de ellos. El diagnóstico más típico es la hipercalciuria, que se define como niveles de calcio en orina iguales o superiores a 250 mg al día. La reducción de la ingesta oral de calcio, los déficits de fosfato que potencian la activación de la vitamina D y el uso de tiazidas para la reabsorción del calcio por la nefrona forman parte del tratamiento.
  • Las plantas contienen oxalato de forma natural, lo que puede provocar el trastorno hiperoxaluria. En el líquido tisular de la planta, forma un fuerte enlace con el calcio. El consumo de materia vegetal provoca la excreción urinaria e intestinal de oxalato. El oxalato no contribuye a la salud ni a la alimentación de los seres humanos. Se elimina a través de la orina, donde pueden formarse cristales de calcio y cálculos. El agente químico más potente para la formación de cálculos es el oxalato. Aunque los niveles ideales de oxalato en la orina de 24 horas deben ser de al menos 25 mg/día, el nivel urinario típico de oxalato puede llegar a 40 mg al día. Las plantas de hoja verde, como las espinacas, el ruibarbo y la berza, son muy ricas en oxalato.
  • Los niveles elevados de ácido úrico en la orina, o hiperuricosuria, pueden provocar la producción de cálculos úricos, así como de cristales de oxalato cálcico. Entre el 5% y el 10% de todos los cálculos renales están causados por cálculos de ácido úrico. Una dieta rica en proteínas o una enfermedad hereditaria que aumente la excreción de ácido úrico pueden provocar hiperuricemia. La causa más típica de los cálculos de ácido úrico son los niveles elevados de ácido urinario total. Pueden utilizarse Febuxostat o Uloric para reducir los niveles de ácido úrico. Tanto el citrato potásico como el alopurinol pueden utilizarse para tratar la aciduria. El objetivo de la terapia es elevar los niveles de pH a 6,5 o más. Otra alternativa es utilizar bicarbonato sódico para elevar el pH de la orina.
  • Las bacterias que descomponen la urea en la orina (Proteus o Klebsiella spp., pero no Escherichia coli) son las que producen los cálculos infecciosos. Esto eleva el pH y las concentraciones de amoníaco, lo que favorece el crecimiento y la formación de estruvita. El estruvito se denomina a veces cálculo de estruvita o triple (magnesio, nitrato de amonio y fosfato de calcio). El tratamiento incluye el control de la infección y la extirpación quirúrgica completa de todos los cálculos afectados. El ácido acetohidroxámico es un inhibidor particular de la ureasa que puede ser útil en algunas circunstancias.
  • Hipocitraturia: las cantidades bajas de citrato en orina pueden provocar el desarrollo de nuevas nefrolitiasis. El equivalente en orina del bicarbonato sérico se denomina citrato. No sólo eleva el pH de la orina, sino que también inhibe el crecimiento y la agregación de cristales al combinarse con el calcio y el magnesio para generar moléculas solubles. Aproximadamente 300 mg/L de orina es la concentración ideal. Cuando hay formación de cálculos de ácido úrico y aciduria, se aconsejan suplementos de citrato potásico para optimizar el pH de la orina.
  Tampón olvidado 15 días

Epidemiología

Un cálculo renal puede afectar a entre el 5% y el 15% de las personas. Si no se toman precauciones, el 50% de estas personas experimentarán un segundo cálculo más grave en los cinco a siete años siguientes. En las personas de 20 a 50 años, los cálculos renales representan más del 70% de los casos. Además, son aproximadamente 2:1 más frecuentes en mujeres que en hombres. Es más probable que se formen cálculos renales en quienes padecen hipertensión, obesidad, diabetes, síndrome del intestino irritable y/o diabetes.

Fisiopatología

Cuando un cálculo sale del sistema colector renal, puede dañar gravemente el aparato genitourinario. Puede provocar hidronefrosis del uréter y obstrucción intermitente o continua. Como consecuencia, los riñones sufren un reflujo de orina. Una obstrucción intermitente puede provocar más dolor y sufrimiento que una obstrucción permanente. Sin embargo, el aumento de la presión intraluminal ureteral puede contrarrestarse mediante mecanismos compensatorios. La obstrucción ureteral aguda puede provocar un aumento de la excreción de orina por las unidades renales no afectadas y una disminución de la tasa de filtración glomerular. Además, puede provocar una terrible agonía. Una o dos semanas después de una obstrucción total del sistema urinario, pueden empezar los daños irreparables. Otra posibilidad es la rotura del cáliz renal, que puede dar lugar a un urinoma. La posibilidad de que una unidad renal obstruida contraiga una infección y provoque una obstrucción o una pielonefrosis es aún más preocupante. Esto puede provocar complicaciones graves e incluso la muerte. Será necesario un drenaje quirúrgico inmediato, ya que los antibióticos por sí solos son ineficaces.

Los cálculos renales pueden causar daños en tres lugares diferentes: Hay tres lugares donde el tracto urinario es más estrecho: 1) cerca de la unión ureteropélvica, cuando la pelvis renal se estrecha para encontrarse con la vejiga; 2) cerca del borde pélvico, donde el uréter hace un giro anterior; o 3) en la intersección ureterovesical.

Las combinaciones de espasmos ureterales, aumento del peristaltismo provocado por la activación de marcapasos urinarios intrínsecos, cambios inflamatorios localizados provocados por cálculos, hinchazón renal, estiramiento capsular, edema e irritación pueden provocar dolor. La estimulación de los receptores de estiramiento submucosos en el uréter, la pelvis renal y la cápsula son las fuentes de estos dolores. Existen numerosas causas que pueden provocar un cólico renal o dolor en el flanco. La afección más similar al cólico renal estándar es la estimulación inducida por estiramiento de la pelvis renal, la peripélvica y los cálices.

La posibilidad de evacuación espontánea o el tamaño del cálculo no pueden predecirse por la intensidad de las molestias.

Examinamos una serie de variables para ayudar a identificar a los pacientes con más probabilidades de requerir cirugía por cólico renal agudo. Sin embargo, ni el sexo ni el grado inicial de hidronefrosis, la intensidad del dolor, la localización o el tamaño del cálculo pudieron utilizarse para predecir si los pacientes necesitarían finalmente una intervención quirúrgica. En cambio, se descubrió una modesta relación entre los antecedentes de cólico renal y el fracaso del tratamiento conservador.

La pelvis renal puede distenderse inicialmente y el peristaltismo ureteral puede aumentar como consecuencia de un cálculo urinario recién obstruido que incrementa la tensión intraluminal proximal. En un plazo de dos a cinco horas, una obstrucción de alto grado puede generar un pico de presión en la pelvis renal. Tras una oclusión total, los riñones pueden sufrir alteraciones adicionales. Cuando se desarrolla un edema renal intersticial, el drenaje linfático aumenta drásticamente, la cápsula renal se estira y los receptores renales de estiramiento se estimulan dolorosamente.

Cuando más orina puede moverse alrededor de la obstrucción debido a la creciente dilatación ureteral proximal de la orina, con frecuencia se alcanza un equilibrio. Junto con otras técnicas de compensación, esto puede aliviar las molestias y ofrecer estabilidad.

Las principales vías para las fibras dolorosas son las vías espinotalámicas ascendentes y las neuronas simpáticas preganglionares. Cuando el cálculo penetra en el uréter intramural, puede empezar a afectar a los nervios erigentes. Esto puede dar lugar a una serie de síntomas vesicales, como urgencia, disuria y dificultades miccionales.

El flujo sanguíneo renal aumenta durante 90 minutos tras la oclusión ureteral inicial antes de disminuir. La causa es la vasodilatación del riego sanguíneo arterial aferente. El flujo sanguíneo renal y las presiones intraluminales se han restablecido a niveles normales o inferiores cinco horas después de producirse la obstrucción ureteral. El flujo sanguíneo renal disminuye gradualmente con el tiempo. El flujo sanguíneo renal había disminuido a alrededor del 50% de su nivel basal tres días después. Éste sigue disminuyendo con el tiempo. El flujo sanguíneo renal ha disminuido al 12% de su valor basal ocho semanas después. Incluso entonces, la hidroureteronefrosis y la dilatación suelen seguir ahí, pero el peristaltismo ureteral ha desaparecido casi por completo. El flujo sanguíneo renal al riñón opuesto ha aumentado en esta fase.

Alrededor de la mitad de las personas con bloqueo cálcico agudo experimentan náuseas y vómitos. Esto se debe a que las aferencias de los nervios vago y celíaco forman una vía de inervación similar que conecta embriológicamente los riñones con el tracto gastrointestinal. Si toma AINE u opiáceos con efectos adversos GI, esto puede empeorar.

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Físico e histórico

Los pacientes con cólico renal presentan con frecuencia inicios bruscos de molestias en el flanco que se extienden lateralmente hacia el vientre o la ingle. Los pacientes con cólico renal sufren con frecuencia episodios de dolor leve y continuo seguidos de agonía aguda. La cápsula renal suele estar distendida cuando el dolor es constante. La musculatura lisa ureteral o el peristaltismo pueden ser responsables de episodios de cólico que provocan un aumento del dolor. Los pacientes pueden tener malestar estomacal, vómitos o hematuria macroscópica. La disuria, la urgencia o los problemas para orinar pueden deberse a que el cálculo se desplaza a distancia hasta la vejiga.

Los pacientes con cólico renal pueden sentir un dolor muy intenso. Estos pacientes se retuercen con frecuencia o caminan alrededor de la mesa de exploración porque pueden ser incapaces de encontrar una posición cómoda. En la exploración pueden detectarse molestias en el costado o la espalda, además de dolor abdominal. Además, la piel puede sentirse fría o diaforética. Una intervención ureteroscópica previa o antecedentes de cálculos podrían influir.

Cuando se ha retirado una endoprótesis doble J o en casos de ureteroscopia reciente, los antecedentes podrían servir para hacer un diagnóstico. En estas situaciones, el espasmo ureteral es lo que provoca el cólico renal. Esto provoca una obstrucción urinaria proximal y un agrandamiento renal. Las molestias pueden ser tan graves como un cálculo de obstrucción ureteral.

Evaluación

La enfermedad se diagnostica mediante una combinación de la historia clínica del paciente, la exploración física, las pruebas de laboratorio y las exploraciones de imagen. Al menos el 85% de los pacientes con cálculos deben presentar algún indicio de hematuria microscópica o a gran escala en la orina. Es crucial buscar también otros indicadores relacionados con la infección, como glóbulos blancos y bacterias. Una infección bacteriana que produce ureasa puede detectarse por un pH de la orina superior a 7,5. Un pH inferior a 5,5 puede indicar la presencia de cálculos de ácido úrico.

Debe realizarse un panel metabólico básico (BMP) para evaluar el equilibrio electrolítico, el estado ácido-base, la deshidratación y la función renal. Es fundamental controlar los niveles séricos de calcio. Pueden realizarse hemogramas completos (CBC, por sus siglas en inglés) si existe alguna preocupación sobre una infección. Pero también es concebible que los niveles de glóbulos blancos aumenten ligeramente como resultado de la demarginación leucocitaria.

La hematuria se observa en el 85% de los casos de cólico renal agudo provocado por cálculos. La hematuria puede indicar la presencia de un cálculo, pero no siempre es así.

Si se detecta hipercalcemia, hay que pensar en hacerse una prueba de PTH (hormona paratiroidea). Hay que colar la orina para eliminar los cálculos a fin de establecer las mejores medidas preventivas. En los individuos de alto riesgo formadores de cálculos, los niños y los formadores de cálculos recurrentes deben realizarse pruebas metabólicas adicionales, como la recogida de orina de 24 horas para determinar el volumen (pH, calcio, oxalato), el ácido úrico, el citrato, el sodio, el magnesio, el potasio y el pH. Se aconseja realizarla a pacientes con nefrolitiasis, riñones solitarios, enfermedad renal, trasplantes renales, bypass gastrointestinal o cualquier paciente con riesgo anestésico alto o elevado.

La ecografía puede utilizarse para diagnosticar la hidronefrosis. Además, puede rastrear cálculos renales de mayor tamaño y evaluar el índice de resistencia. Sin embargo, no es tan precisa como otras técnicas de imagen para detectar cálculos ureterales. La cantidad de líquido perinéfrico puede revelar el grado de obstrucción. Las obstrucciones urinarias pueden identificarse mediante el índice de resistencia. Se calcula como el producto de lo siguiente (velocidad sistólica máxima – velocidad diastólica final/velocidad sistólica máxima), donde lo normal suele ser 0,7. Puede ser un signo de obstrucción o enfermedad renal desde el interior.

La TC sin realce es el patrón oro para identificar un probable cólico renal (o helicoidal). Su sensibilidad es del 98%, su especificidad del 100% y su valor predictivo negativo del 97%. Con el uso de esta técnica se puede localizar el cálculo, medirlo y determinar su relación con el hidrouréter, el uréter o la hidronefrosis. También puede proporcionar detalles sobre otros focos de dolor que pudieran existir (por ejemplo, aórtico abdominal y malignidad). Los pacientes que nunca han padecido nefrolitiasis deben someterse a una TC para orientar su tratamiento. En comparación con una radiografía abdominal o una pielografía intravenosa, una TC puede subestimar mucho el tamaño de los cálculos.

Los pacientes que se someten a una TC pueden incurrir en costes y exposición a la radiación elevados. Los pacientes con antecedentes de cólicos que sienten un dolor parecido al de una obstrucción anterior de las vías urinarias pueden necesitar sólo una ecografía (US). La ecografía puede detectar cálculos de menos de 5 mm y revelar la obstrucción, aunque es menos sensible que la TC (60% a 76%). (aumento del índice resistivo en el riñón afectado). Es el método de elección para evaluar a las pacientes embarazadas preocupadas por un cólico renal. Los estudios han demostrado la seguridad y eficacia de la ecografía como técnica de imagen principal.

Aunque una simple radiografía de abdomen (KUB) puede detectar un gran número de cálculos, sólo entre el 10% y el 20% de los cálculos renales son radiotransparentes, lo que ofrece poca información sobre la hidronefrosis o la obstrucción. Además, los gases intestinales, una pelvis ósea o los órganos abdominales pueden obstruir la visión de los cálculos. La KUB se aconseja si un TAC revela cálculos renales. Esto permite identificar los cálculos que pueden seguir tratándose con KUB o que podrían responder a la litotricia.

La combinación de la ecografía renal con una KUB puede ser una opción más asequible que el TAC, que es más caro y produce menos radiación pero es menos fiable para detectar cálculos. La ecografía renal puede diagnosticar fácilmente la hidronefrosis. Los cálculos sintomáticos pueden dar lugar a obstrucción e hidronefrosis, que pueden verse en la ecografía (visible directamente en el KUB). Para los cálculos obstructivos, la radiografía KUB y la ecografía renal juntas tienen una especificidad, sensibilidad y precisión diagnóstica del 93%.

Puede haber signos de inflamación persistente, como molestias o hidronefrosis, aunque el cálculo desaparezca antes de que se pueda realizar la radiografía y no se haya descubierto ningún cálculo.

Puede existir una relación negativa entre la hidronefrosis y el grado de molestias o la probabilidad de paso espontáneo. La hidronefrosis no parece influir en la tasa de expulsión espontánea de cálculos. Sin embargo, una hidronefrosis grave puede provocar una disminución de la tasa de expulsión y hacer necesaria una intervención quirúrgica.

  Infección de orina paracetamol o ibuprofeno

Una operación previa por cólico renal agudo y cálculos puede estar potencialmente relacionada con otras causas.

  • Un cálculo ureteral debe medir al menos 9 milímetros.
  • Densidad del cálculo superior a 700 unidades Hounsfield.
  • más de 0,2 cc de tamaño
  • >2 mm de grosor de la pared ureteral
  • pelvis adicional
  • >18 mm en la dimensión anteroposterior de la pelvis renal

Administración / Tratamiento

Algunas de las terapias disponibles son las que se enumeran a continuación:

La analgesia y los antieméticos deben administrarse de inmediato. Los AINE o los opiáceos funcionan bien para el tratamiento de la analgesia. A continuación se indican dos formas en que los AINE ayudan en el cólico renal. Los AINE tratan el cólico renal de dos maneras diferentes. En primer lugar, lo consiguen reduciendo la generación de metabolitos del ácido araquidónico, que modulan los receptores del dolor. También inducen la constricción de las arteriolas eferentes, que suministran sangre al glomérulo. Esto disminuye la presión hidrostática y la filtración glomerular. En general, los pacientes no toleran los medicamentos orales. Por lo tanto, lo más frecuente es utilizar NSSID parenterales como diclofenaco (37,5 mg IV) o ketorolaco (15 a 30 mg IV, o intramuscular, IM).

Según la evidencia científica, el cólico renal puede tratarse con lidocaína intravenosa. El procedimiento requiere inyecciones intravenosas de 120 mg de lidocaína en 100mL de solución ordinaria para tratar el dolor. Para ello se emplean diez minutos. Cuando la terapia normal no consigue aliviar el cólico renal persistente, este tratamiento es bastante eficaz. Normalmente se tarda de tres a cinco minutos en ponerlo en marcha. No ha tenido efectos negativos.

Los analgésicos opiáceos como la hidromorfona (0,02 mg/kg IV/IM) y la morfina (0,1 mg/kg IV/IM) pueden administrarse para tratar la analgesia después de que hayan fracasado otros enfoques. La sedación y la depresión respiratoria son efectos secundarios de los opiáceos. Además, podría desarrollarse dependencia.

Hidratación con agua Aunque no hay pruebas de que los líquidos empíricos “expulsen” los cálculos, muchos pacientes deshidratados como consecuencia de los vómitos o de la disminución de la ingesta oral podrían beneficiarse de una hidratación adecuada.

Terapia de expulsión en medicina Aumenta la cantidad de receptores nerviosos adrenérgicos alfa 1 en la orina distal. Se hipotetiza que la nifedipina y la tamsulosina, dos fármacos alfabloqueantes, facilitan el movimiento del cálculo al reducir las presiones intraureterales y ensanchar el uréter distal. Existen pruebas contradictorias procedentes de ensayos aleatorios de control sobre si estos fármacos facilitan el tránsito de los cálculos. Los cálculos más pequeños en el uréter distal o inferior pueden beneficiarse de ellos. Para cálculos más grandes en el uréter distal, pueden ser completamente inútiles. Las dosis de 4 mg y 8 mg de Silodosina (Rapaflo) se compararon con 0,4 mg de Tamsulosina tal cual. Tamsulosina y 8 mg de silodosina fueron equivalentes. Silodosina 4 mg mostró tasas de expulsión disminuidas y fue notablemente menos eficaz. El mirabegrón puede ayudar a los pacientes con cálculos ureterales distales de menos de 6 mm de diámetro. Pueden utilizarse varios métodos invasivos para aumentar el paso de los cálculos. La litotricia por ondas de choque, que utiliza ondas de choque de alta energía para romper los cálculos, la ureteroscopia con láser o la fragmentación electrohidráulica de los cálculos y, en raras circunstancias, la cirugía abierta son algunas de las técnicas invasivas disponibles para ayudar al paso de los cálculos. Una infección puede tratarse con una endoprótesis en doble J o una nefrostomía percutánea. Una vez que el paciente esté estable, se iniciará el tratamiento definitivo de los cálculos.

El momento ideal para actuar dependerá de la etiología subyacente del cólico renal. Se aconseja tratar a las personas con cálculos de bloqueo aunque no sean sintomáticas, debido al mayor riesgo de cicatrización y otras consecuencias.

La clave es la modificación del comportamiento y la prevención. Aumente el consumo de líquidos con el objetivo de consumir de 2 a 2,5 L al día para maximizar la producción de orina. Los pacientes con cálculos de calcio deben reducir el consumo de sodio. El objetivo es una ingesta diaria de calcio de entre 1.000 y 1.200 mg. Los pacientes con citrato urinario bajo, cálculos de calcio o niveles altos de ácido úrico deben comer más frutas y verduras. Los pacientes con concentraciones bajas de calcio en la orina, niveles elevados de ácido úrico y formas de cálculos úricos también deberían aumentar el consumo de proteínas no lácteas. Suplementar con citrato de potasio puede ser ventajoso para ellos. Es aconsejable utilizar citrato potásico (un acidificante urinario) para elevar las formaciones de cálculos de ácido úrico a un pH de 6,5. Para las personas que generan cálculos de calcio hiperuricosúricos, el alopurinol es una alternativa excelente. Los diuréticos tiazídicos deben utilizarse para tratar los cálculos de calcio que reaparecen con frecuencia y los que presentan niveles elevados de calcio en la orina. Los pacientes con hiperoxaluria deben limitar su consumo de oxalatos (espinacas y frutos secos, chocolate, verduras de hoja verde, etc.).

En casos de dolor crónico, como el dolor de costado, los bloqueos nerviosos suelen ser útiles. Normalmente, se administra una inyección de anestésico local cerca de donde se encuentran los nervios intercostales 11º y 12º. Un bloqueo nervioso eficaz apunta a una causa musculoesquelética o neuropática. La eficacia de los tres tipos de bloqueos nerviosos -paravertebral, intercostal y esplácnico- para reducir las molestias en el flanco varía.

 

Preguntas frecuentes:

¿Cómo se trata el cólico nefrítico?

El cólico nefrítico puede dar lugar a las siguientes complicaciones: una infección urinaria complicada que podría extenderse a la sangre (sepsis). Obstrucción total o casi total del paso de la orina por el uréter.

¿Qué consecuencias pueden tener los cálculos renales?

La hematuria, o sangre en la orina, y el dolor insoportable pueden ser consecuencia de los cálculos renales si no se tratan. Infecciones renales, que incluyen infecciones del tracto urinario.

¿Cuánto dura el tratamiento del cólico nefrítico?

La duración del cólico nefrítico El cólico nefrítico provoca un malestar brusco e intenso que suele desaparecer en pocas horas. Puede continuar durante algunos días.